martes, 3 de julio de 2012

IMPACTO DEL HOMBRE EN LA VIODIVERCIDAD

Si pudiéramos observar la Tierra desde su satélite
natural, la Luna, luciría como un planeta apacible,
una esfera azul salpicada por masas de nubes
sumida en una aparente e inalterable calma.
Las grandes cuencas oceánicas y los mares, los
continentes, las islas y los hielos perpetuos de
los polos parecerían inmutables. Quizá tan sólo el
movimiento de las nubes nos daría la impresión
de que algo en ella cambia.
Mirando desde ahí, tal vez muy pocos sabrían que
la apariencia actual del planeta es el resultado de
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la acción acumulada, a lo largo de varios miles de
millones de años, de fenómenos naturales como los
sismos, las erupciones volcánicas, los huracanes,
la erosión causada por el viento y el agua, así
como por la actividad de los seres vivos.
Esas fuerzas siguen modificando nuestro planeta:
crean nuevas tierras y desaparecen otras, modelan
las costas, remueven y alteran la vegetación
y permiten la evolución de nuevas formas de
plantas, animales y microorganismos. Nuestro
mundo no es estático, está en continuo cambio.
Viajando hacia la Tierra y traspasando su atmósfera,
se harían visibles las huellas de nuestra presencia.
Si es de noche, serían perceptibles los entramados
de las zonas urbanas a manera de manchas de
luz, así como los caminos y las carreteras que
las conectan; de día, los campos agrícolas y los
caminos que cruzan bosques y selvas serían
reconocibles, tanto como los embalses que yacen
detrás de las cortinas de las presas y las minas a
cielo abierto, por mencionar tan sólo algunas de
las huellas que la civilización moderna ha dejado
sobre la superficie del globo.
El desarrollo de nuestra civilización ha modificado,
y en muchos casos de manera substancial, el
paisaje terrestre. Las ciudades y poblados en
los que vivimos, así como los campos de los que
obtenemos nuestros alimentos han removido a
los ecosistemas originales, secado lagos y ríos
-como en el caso de la Ciudad de México  (Figura
1.1)- o incluso ganado tierras al mar -como Tokio,
la capital japonesa-. También hemos llevado a la
extinción a numerosas especies y sobrecargado la
atmósfera con gases  y contaminantes que causan
cambios en el clima, todo ello para establecernos
y permitir que nuestras ciudades y pequeños
poblados sigan creciendo.
Nuestro impacto no ha terminado ahí. Los
productos que empleamos en nuestra vida diaria
Provienen de la explotación de los recursos
naturales de muchos de los ecosistemas del planeta.
Los alimentos que consumimos, la madera que
empleamos para la construcción, los muebles o el
papel, los plásticos que envuelven los artículos de
la vida moderna, o los químicos que se emplean
en la industria, agricultura o el hogar, todos de
alguna manera están relacionados con ligeras
perturbaciones o severos daños al ambiente. No es
exagerado decir que nuestro planeta ha cambiado,
y en muchos casos de manera irreversible, con la
expansión y el desarrollo de nuestra civilización
–puedes ver algunas de sus consecuencias en el
cuadro Grandes cambios ambientales en el mundo
y en México–.
Para muchas personas, sobretodo las que viven en
las grandes ciudades, los efectos ambientales de
la producción de bienes y servicios pueden pasar
desapercibidos, ya que se producen muy lejos
de nuestros hogares o trabajos. Por ejemplo, los
efectos ambientales y sociales que la explotación
de la caoba en la Amazonía desencadenan sobre
la selva tropical y sus habitantes, raramente
son conocidos por los ciudadanos europeos o
norteamericanos que la importan para fabricar
sus muebles, como tampoco lo son entre sus
consumidores los impactos que sufren los
ecosistemas marinos de la costa occidental
de Sudamérica por la sobreexplotación de la
anchoveta y otras tantas especies marinas en la
zona de la corriente de Humboldt. Veamos en la
Figura 1.2 con mayor detalle cómo las sociedades
ejercen sus efectos sobre el medio. ejercen sus
efectos sobre el medio.
El crecimiento de la
Ciudad de México
Las poblaciones de las que formamos parte ejercen
sus impactos en el ambiente a través de un variado
conjunto de actividades productivas, entre las que
destacan la agricultura y la ganadería, la industria, el
desarrollo urbano –en forma del crecimiento de las
ciudades y poblados y su infraestructura asociada-
y el turismo, entre muchas otras. A través de estas
actividades obtenemos los bienes que observamos
a nuestro alrededor y los servicios con los que
satisfacemos nuestras necesidades diarias. Podemos
citar los alimentos que consumimos, los muebles de
nuestras casas y trabajos, el papel que utilizamos, las
prendas que vestimos y los medicamentos que nos
ayudan a curar alguna enfermedad.
El mundo
México
México
Grandes cambios ambientales en el mundo  y en México
Las cubiertas forestales se han reducido entre 20 y 50% de su extensión original.
La mitad de los humedales del mundo han desaparecido tan sólo en el último
siglo.
Cerca de 70% de los bancos de las especies de peces comerciales más importantes
están sobreexplotados o capturados a su nivel máximo sostenible.
En los últimos cincuenta años, la degradación del suelo ha afectado cerca de
66% del total de las tierras agrícolas del planeta.  Alrededor de 25 mil millones de
toneladas de suelo fértil se pierden cada año en el mundo.
La Tierra experimenta la sexta extinción de especies más importante de su historia
asociada a la expansión y desarrollo de los seres humanos.
Las presas y otras  obras de infraestructura han fragmentado cerca de 60% de los
sistemas fluviales del mundo.
Se ha perdido cerca de 37% de la cubierta forestal nacional.
Más de 80% de las pesquerías nacionales han alcanzado su aprovechamiento
máximo.
Cerca de 45% de los suelos presenta algún tipo de degradación causada por el
hombre.
Como lo hemos mencionado, la producción o
uso de todos esos bienes tiene consecuencias
en el medio ambiente: la pérdida y alteración
de los ecosistemas y de su biodiversidad, la
contaminación del agua, el aire y los suelos;
y el cambio climático global y la reducción del
grosor de la capa de ozono que nos protege de los
peligrosos rayos ultravioleta de sol.
Todos los elementos del ambiente están
estrechamente relacionados, los problemas
ambientales que afectan a uno de ellos tendrán,
en el corto, mediano o largo plazos, algún efecto
directo o indirecto sobre uno o más de los
restantes elementos.
Dos mil quinientas ochenta y tres especies, entre plantas y animales, están
consideradas dentro de alguna categoría de riesgo.

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